domingo, octubre 07, 2012

Las "íes" bajo los puntos de mudanzas y otras yerbas


Óscar Wong

Uno empieza por lo más cercano: el lugar del reposo –el lecho, desde luego–. Y continúa donde el alimento se genera y donde éste se disfruta. Cocina y comedor retoman su condición fundamental.


Pero luego –¡horror! – las cajas se multiplican y los libros y los documentos aparecen, una y otra vez. Hubo un tiempo que alguien acuñó una frase: “Los libros no muerden”. Pero si asumimos como cierta esta aseveración entonces el objeto se vuelve inmensurable por todo lo que conlleva: peso, corpulencia, polvo –cof, cof–, independientemente de su carga de sabiduría. Los libreros, paulatinamente, se van colmando, rebosando de volúmenes. Y surge aquél espléndido libro que pensábamos extraviado. Y vuelve aquel otro que aguardaba la lectura. Y los papeles exigen, además, ser revisados. Y entonces viene la carga de nostalgia. Aquella musa que desapareció de nuestro espacio afectivo, acaso porque no era el momento. O aquella otra que terminó en otro sitio, distante al nuestro. Cuánto pesar, cuánta historia, cuánto tiempo derrochado en tonterías. Sólo la añoranza puede superar –y hacernos suspirar–, todo el trayecto recorrido... Y el frío, la oquedad, el mutismo que se incorpora con tanta dignidad que no queda más que reverenciarlo... A veces es importante resignarse al silencio y al simple hecho de que la propia obra realizada representa una esperanza donde muchos quizá ya se den vencidos...Y la existencia ahora se presenta como una diminuta semilla frente al invierno que se prefigura largo e inclemente... aferrada a la certeza de que la primavera terminará por llegar en forma de una mujer hermosa, de una pareja complaciente, apacible, que apapache y acompañe al descifrador de signos. http://poesiadewong.blogspot.com

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