lunes, junio 18, 2012

B’EJALTIK

(Muchos Caminos)
F. Darinel
El camino se queda señalado
-estatua tras estatua- por la mujer de Lot.
Queremos olvidar la leche que sorbimos
en las ubres de Dios.
Dios nos amamantaba en figura de loba
como a Rómulo y Remo, abandonados.
Rosario Castellanos

“¡¡QUÉ PADRE!!”
LOS CAMINOS DE HOY
Cambio de planes
Hoy, como otros tantos lunes ya lo he hecho, les voy a quedar mal con el comentario político al que nos hemos acostumbrado a departir con Ustedes; amables lectores, y lo voy a hacer por una buena razón que se llama “papá”, pues como ayer fue el “Día del Padre” y como no tuve oportunidad de comentar nada al respecto de esto el fin de semana pasado, u otro día. Además que jamás –absurdamente-, he hecho comentario alguno sobre este tema, que a primera luz parece tan ordinario y tan débil frente al gran asunto que significan las mamás y los niños, por esa misma razón hoy, y aunque ya haya pasado el festejo; pero dice la conseja mexicana que: “nunca es tarde, cuando la dicha es buena”, hoy voy a meterme a comentar un poquito sobre el asunto este que se llaman los papás.
Se perdió
Tengo que iniciar con algunas muy personales apreciaciones y cavilaciones, las cuales considero importantísimas darlas a conocer, pues fue a partir del paso del tiempo como estas surgieron, y fue como también reaccioné y como comencé a tomarle sentido a este importante ser, que es a la vez con la madre fuerza y embarcación, pues el padre lo imagino como el viento que sopla la vela y empuja al barco en altamar para que este continúe su viaje, en tanto que la madre es el sabio y amoroso timonel que guía a los hijos por la vida. Por ello la reflexión del día de hoy la inicio así: Quizá porque a los seis años de edad la vida quiso que mis hermanas y yo nos quedáramos sin papá; ellas apenas eran unas niñas también, que el concepto de papá, como defensa y fortaleza de la casa se perdió o diluyó un mucho, porque para mí todo esto se quedó en un solo ser, pues recayó y quedó del todo en mi madre; por lo que debo decir también, que en el caso de mis hermanas no sé cómo retomaron esta situación, o más bien como lo reconcibieron luego de que llegó la orfandad.
Fríamente
En fin, que allá por mil novecientos setenta y siete, cuando por primera vez mis hermanas y yo pudimos al fin disfrutar de una televisión, una televisión de bulbos de quince pulgadas; Philips, blanco y negro, con base giratoria, que mi mamá compró de “segundo cachete” con un señor que vivía por allá por “la bajadota” de San Agustín, en una casita de madera que había construido en un terreno que estaba muy cerca de las desaparecidas oficinas del Inmecafé. Pues bien con él mi mamá compró nuestra primera televisión, lo cual fue motivo de gran fiesta para mis hermanas y yo cuando esta llegó a nuestras vidas. Y fue ahí; a través de “la tele”, que me enteré que había y existía un “Día del Padre”, noticia que no me hizo ni más feliz o infeliz, solo lo tomé; recuerdo, con cierta cotidianeidad, pero no causó más en mí, que el sentir este festejo totalmente ajeno a mi persona y a mi familia, y como mi mamá nos enseñó que los festejos de dominio general de cualquier tipo, los habían inventado los comerciantes “para vender más”, pues con el conocimiento de esto, este festejo no fue más que saber que en junio; el diez y nueve o veinte; no sabía bien; menos que se festejaba el tercer domingo de junio el “Día del Padre”, era todo, no más.
Revivió
Sin embargo, el paso del tiempo, y antes de experimentar la dicha de ser padre, tuve la primera oportunidad de irme adentrando en este festejo con amigos y familiares, con los que conviví en la Ciudad de México, festejó que me enseñó a ir; paulatinamente, tomando en cuenta con mayor interés e ir acomodando en mi vida de nueva cuenta, la importancia y la trascendencia del festejo a los papás; así como; aunque no lo crean, revivir otra vez el concepto de papá, aunque no experimentarlo, porque para mí ya era bastante ajeno. Tal vez estas experiencias fueron como la fecundación y gestación de una percepción casi perdida, porque el gran parto de este concepto llegó nuevamente por fin, cuando experimenté la enorme dicha de ser padre, y de ahí entonces las cosas han tomado otra vez el rumbo, un rumbo que la vida un día quiso que se adormeciera.
Nuevamente
Por eso ahora que sé de nuevo la dicha que significa ser padre, y que sé de nuevo el hecho que los hijos; cualquier hijo, disfrute la dicha de tener un padre, que es el viento que golpea en las velas y hace que con toda su fuerza el barco de la familia se mueva, incluso en aguas violentas; ahora que se de nuevo eso, ahora que el tiempo me dio la oportunidad de desempolvar este privilegio, ahora que sé lo que es ser padre o valorar lo que significa tenerlo, así como retomar el respeto que siempre he sentido hacia las mujeres, que como mi madre o como la Rosy Pérez, que como bien lo posteó ayer en una leyenda de un mensajero electrónico mi sobrina Joana, han sido papá y mamá. Ahora que de nuevo ésto vive en mi, ahora puedo decir con todo mi cariño, con todo mi reconocimiento y todo mi respeto, que vaya para todos aquellos que conozco, así como los que aprecio y quiero, mi profundo credo y admiración por la dicha y gran oportunidad de vida de ser o tener un padre, que creo es la otra parte esencial de vida, para que de todo a todo y sin dificultades un hombre o una mujer termine de formarse. Por eso y aunque tarde, aunque ya haya pasado el mero día, quiero decirles a todos los papás y los que lo tienen, que disfruten esta hermosa oportunidad que Dios nos dio, porque creo que el padre es como bien escribió el maestro Jaime Sabines; y con esto termino la opinión de hoy: “Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas……….”.
Es cuanto.

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