miércoles, enero 11, 2012

A 6,570 días del levantamiento armado de EZLN/V

Gaspar Morquecho/Foto: Raúl Ortega

En el teatro de operaciones se movían tres ejércitos, quizás, cuatro. En orden de aparición: El EZLN, el de los periodistas (EP), el Ejercito Federal (EF) y las Iglesias. Cada uno con sus movimientos tácticos, a veces certeros, erráticos y/o ambiguos.
1.- EZLN


La toma de las 7 cabeceras municipales (Ocosingo, Altamirano, Oxchuc, Chanal, Huixtán, Las Margaritas y San Cristóbal) fue exitosa, salvo por la lamentable muerte del Subcomandante I. Pedro en Las Margaritas y de otros combatientes en Altamirano. El asalto a la 31 Zona Militar fue bastante complicado, errático y con varias bajas. Por su parte, la policía de Chiapas, carne de cañón del EF y el Gobierno de Chiapas, sufrió considerables bajas.
Exitosa fue la liberación de los presos de las cárceles asaltadas por los rebeldes… Bueno, hubo un caso bastante complicado. De la cárcel de Ocosingo huyó el criminal Leo o Leonard Bruce. Esta persona había comprado a una hija del lacandón Chan-Kin viejo. La niña tendría entre 12 y 13 años. Leonard Bruce la violó y la asesinó. (La compraventa de mujeres indígenas es una realidad en Chiapas.)
La retirada del EZLN fue exitosa, salvo el caso de Ocosingo. Los rebeldes tuvieron 34 bajas. Una de ellas fue la de Francisco Gómez, el Comandante Hugo, el Señor Ik. Él compartió con la Chiltak el histórico acuerdo de 1993. Varios de ellos fueron ejecutados por el EF. 32 combatientes fueron desaparecidos en combate. El caso de Ocosingo es atribuible a la incapacidad de los rebeldes para detener las fuerzas del EF que venían de Palenque y a errores de mando. En Las Margaritas, el EF detuvo, torturó y asesinó a los milicianos Eduardo Gómez y Jorge Mariano Solís. El EF les cortó las orejas y la lengua. En los combates de Altamirano, Rancho Nuevo y Morelia cayeron 9 rebeldes. 6 de ellos muertos o desaparecidos en combate. Tres bases de apoyo: Severiano de 60 años, Hermelindo de 65 y Sebastián de 45 años fueron detenidos vivos, torturados y asesinados por EF. El EZLN causó 67 bajas al EF, 27 fueron muertos y 40 heridos. La vida de 180 soldados y policías fue respetada, incluida la del general Absalón Castellanos. (Comunicado del EZLN. 14 de Febrero de 2004)
Días de guerra de los “sin rostro” que iban a mostrar al mundo y a los mexicanos y el rostro de los de abajo en el sótano de México. De los que habían resistido por 500 años. En los últimos 30 años del siglo pasado cientos de indígenas habían caído asesinados por las fuerzas armadas de los 3 niveles de gobierno, las guardias blancas, los finqueros y caciques indígenas de filiación priísta. Cientos de ellos habían sido encarcelados, torturados y decenas desaparecidos. A lo largo de 3 décadas, esos indios alzados habían luchado por la vida, la tierra, la producción, la dignidad, la democracia, la libertad y la paz por la vía civil y pacífica.
Vale la pena re leer: Chiapas: el Sureste en dos vientos, una tormenta y una profecía y ¿De qué tenemos que pedir perdón?, ambos de del Subcomandante I Marcos

2.- El ejército de periodistas.

(Ojo lectores. Lo que sigue es información confidencial. Favor de leerlo en privado, en silencio. Después elimine la información. También puede saltarse los siguientes párrafos. Estoy en riesgo de la censura y marginación de la colegancia, de los medios y que no pase una línea ni en el Correo Ilustrado.)
Peligroso de por sí, un ejército de periodistas llegó a San Cristóbal de Las Casas. Salvo contadas excepciones, la gran mayoría eran ignorantes de las realidades chiapanecas. Tenemos que recordar que los indios eran los grandes ausentes en las páginas de los medios. No digamos de los electrónicos. Los indios no eran noticia. La mayoría de los periodistas no tenían la menor idea del piso donde estaban parados. Además, se veían y movían torpes (me incluyo) en un escenario desconocido: el de la guerra armada. El objetivo era la nota y la notoriedad. Los diarios se posicionaron frente al levantamiento armado. Algunos tomaron la patineta y en el medio tubo periodístico se deslizaron de la izquierda al centro y a la derecha. El ejemplo más acabado, desde mi obtusa mirada, es el editorial de La Jornada del día 2 de enero de 1994, titulado: No a los violentos. Es de colección. Reconocía la situación como “condenable, entendible y delicadísima”; reconocía al usurpador Carlos Salinas. Con una retahíla de adjetivos arremetió contra los rebeldes: milenaristas, irracionales, delirantes, provocadores, profesionales de la muerte. A los “cabecillas del alzamiento” les prometía el aislamiento: “La tarea política sustancial, (…) parece ser aislarlos; parece ser no confundir ni por asomo el delirio de los aventureros con las reivindicaciones históricas de los indígenas (…)”. Cuentan que en la redacción tuvo un papel destacado el trapecista y senador perredista Pablo Gómez. (Échele un ojito a la versión completa: http://www.bibliotecas.tv/chiapas/ene94/02ene94g.html).
Regresando al ejército de periodistas. Yendo tras la nota, empezaron a ser objeto de las operaciones erráticas del EF. El día 3 de enero una caravana de periodistas fue tiroteada en las inmediaciones de El Aguaje. Un reportero de La jornada resultó herido. Los vehículos de los reporteros se llenaron de letreros de PRENSA y TV en toldos y cristales. Sin embargo, la “madre de todas las batallas” era entre los periodistas de los diferentes medios - escritos y electrónicos -, pero no sólo. Las escaramuzas menudearon entre los reporteros de un mismo medio. ¡Si yo les contara! Era común que el fotógrafo o camarógrafo se violentaran si alguien se interponía entre su lente y el objetivo. Las “estrellitas” de la prensa “partían plaza” como si deveras la cascaran. El reportero trapero sopeaba a quién pudiera o se dejara. El objeto de tener la información clave que le garantizara la nota. Parte de sus reglas era “no pasar nada”. Cuando uno les pregunta: ¿Qué hay? Responden simplemente: Nada. Nadie sabía nada pero, al otro día salían despavoridos… ¡al mismo sitio! Los periodistas serios se reunían con personas claves e informadas tratando de entender las causas del levantamiento. Giomar Rovira paseaba en San Cristóbal cuando el levantamiento. El diario español El Mundo no le creyó lo del levantamiento y no le publicó la nota. De 27 años y enamorada de las/os zapatistas se entregó para publicar, después: ¡Zapata Vive!, Mujeres de Maíz y Zapatistas sin Fronteras. Marcos bromeaba con ella, le decía etarra. Más reposada, la anarquista, se hizo doctora en Ciencias Sociales. Días después de los combates de Ocosingo, regresando de la “zona de conflicto” le dimos un aventón a un jovencito reportero del Reforma. En sus prisas por llegar a San Cristóbal había reventado un vocho. Frenético afirmaba: “Que chinga les están poniendo (a los zapatistas)”. Yo trataba de explicar que no era así cuando descubrí por el retrovisor la mirada y oídos atentos de otra joven periodista. Era Gloria Muñoz. Entonces menudita, sencilla. Otra enamorada del zapatismo y autora de: 20 y 10. El fuego y la palabra. Si el vochito de Chiltak hablara…
Los enviados de prensa andaban en chinga. Sus diarios habían modificado el horario de los adelantos. Después de lograr la nota, la tarea era la redacción y el envío por el entonces fabuloso Fax. Después de eso podían descansar y bajar la tensión. El fotógrafo llegaba como loco al cuarto de hotel y se metía al baño a revelar sus rollos, a
imprimir sus fotos para enviarlas. Algunos utilizaban prehistóricos equipos de trasmisión. Había de todo. Por lo general agresivos. Al día siguiente, era obligadamente obsesivo conseguir un ejemplar de su medio para ver la nota o la foto publicada. “Enajenante”, diría una experimentada periodista. ¡Ah! Viera la cantidad de agentes encubiertos con charola de periodista.
Los comunicados del EZLN dirigidos a Tiempo hicieron de su casa, en el barrio San Diego, la primera oficina internacional de prensa. Conchita y Amado colocaron por ahí, una cajita de cartón para que los periodista cooperaran para el pago del teléfono. Chueco o derecho la labor del ejército del llamado Cuarto Poder fue notable. Pusieron en riesgo sus vidas. Se agradece.
3.- El Ejército federal
Según Alan Riding (Vecinos Distantes,1985), el Ejército Federal (EF) tenía capacidad para moverse a cualquier punto del país en 12 horas máximo. Sin embargo, las tropas de tierra se mantuvieron inmóviles en sus cuarteles, al menos, 34 horas. Los efectivos de 31 Zona Militar (a 15 minutos de San Cristóbal de Las Casas), salieron para repeler, con éxito, a los rebeldes que se movilizaron para atacar sus instalaciones y los que se desplazaban por las carreteras que vienen de Chanal y Huixtán. Después del medio día, del 2 de enero, ocuparon la Ciudad de Las Casas y tomaron posiciones tácticas en todos los accesos, prácticamente, en los mismos lugares que, horas antes, ocuparon las fuerzas del EZLN. Ese mismo día los rebeldes eran etiquetados por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) como “transgresores de la ley”. El nerviosismo de los federales en el frente era evidente: El Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal había asegurado el edificio municipal, sin embargo, los militares lo ocuparon con un dispositivo y movimientos militares espectaculares. Atacaron una unidad de la Cruz Roja y a una caravana de periodistas. El 5 de enero, en un reten militar apostado cerca de la sede de la 31 zona militar, fue acribillado una camioneta de transporte colectivo. Cinco personas resultaron muertas, entre ellas 2 niñas. En los combates en los municipios de Ocosingo, San Cristóbal, Altamirano y Las Margaritas, el EF detuvo vivos a milicianos e insurgentes del EZLN y los ejecutó. Las fuerzas armadas fueron responsables de casos de tortura y de decenas desaparecidos en combate. En el EF no podía abandonar lo peor de su tradición: la tortura y el crimen… Rubén Jaramillo, ferrocarrileros, maestros, médicos, estudiantes, guerrilleros, Lucio Cabañas…zapatistas.
Con la compañera Rosa Rojas y Blanch Petrich, enviadas de La Jornada, cubrimos el operativo militar del EF en la montaña del Tzontehuits, lugar donde se ubica un complejo de antenas de televisión. El EZLN había establecido un dispositivo táctico de atracción. El rumor era que iban a “volar” las antenas. Aviones Pilatus sobrevolaba en el área. El grupo de periodistas llegó primero que el convoy militar. Cuando nos retirábamos un convoy militar (jeeps, camiones con tropa, vehículos Hummer artillados, tanquetas Panhar con cañón de 4 ruedas y el carro de trasmisión y mando) arribó al lugar. Intentaron retirarnos. Nos quedamos. Desde el lado oriente de la montaña, la columna militar se preparó para entablar combate. Los artilleros colocaron sus morteros y activaron varias granadas que al estallar levantaban una columna de humo blanco. Después ordenaron fuego a discreción y miles de proyectiles fueron disparados. ¿Contra qué? Nunca nos enteramos. Un joven soldado había sido presa del pánico y lloraba abrazando su fusil con desesperación. Un desenfadado artillero me pidió un cintillo “porta balas” vacío que se le había caído: “Tengo que comprobar los
tiros quemados”, dijo. Otro comentó: ¿Qué pueden hacernos (los zapatistas)? ¡No tienen con qué! Eran personas de más de 40 años, pasaditas de peso y con muchos años fuera recombate real. Sin embargo, se veían seguros. Otro joven federal, portando un radio táctico de campaña, buscaba un contacto eléctrico para cargar la batería de su equipo. Andaba eufórico. Parecía un personaje de la vieja serie dominical yanqui de “Combate”.
Después, sin decir ¡agua va!, la columna empezó a moverse hacia el sureste de la montaña. Desde esa posición se tiene una vista panorámica de la Cañada de Tenejapa. ¡Sorpresa! Dos vehículos blindados no arrancaban. (Mmmmh… qué la chingada… T’an jodidos, pensé). Pasaron varios minutos para que los pusiera en marcha. En su nueva posición, desde el carro de mando salió la orden para que los jóvenes artilleros colocaran los morteros. Eran dos piezas de unos 80 mm de largo. Los artilleros depositaron las granadas y los proyectiles salieron disparados y sobrevolaron la cañada y la loma que teníamos enfrente. El mirador dio la orden de abrir el alce y les dijo: “Cuidado de no hacer blanco en los cables de alta tensión”. (Mmmh… Pero si no le atinan ni al mundo, me burlé en silencio). Los proyectiles empezaron hacer impacto en el fondo de la cañada. Otros de cebaron. Vamos, no se activó el impulsor. (Sí que están jodios… ¿Grandas caducas? Ja). Me impresionó ver a los artilleros retirar con sus manos y con mucho cuidado las granadas. Las tomaban de la punta y las depositaron, sin más, a la orilla de la terracería. (¡Qué chingadera!, pensé). Lo reporté al carro de mando. Ni me pelaron. “¿Halcón? ¿Halcón? Escuchaba. Pero el famoso “Halcón” no contestaba. Se dio la orden a los artilleros de la Panhar cargar el cañón (¡Puf! Pasaron más de 5 minutos y nada. Dieron la orden de disparar y nada). Por fin sale el cabronazo y se ve el lugar del impacto. El mirador ordena: “Otro, a 200 metros a la izquierda. Ahí están. Son dos, son dos (guerrilleros)”. (Pasa el tiempo y nada. El mando reclama). Sale el otro cabronazo y después: ¡A cagarse un rato! El mando ordenó fuego a discreción. Era estremecedor escuchar el detonar de todas las armas ahí juntas disparando miles de proyectiles al fondo de la cañada. Saber cuantos minutos pasaron… los fusiles callaron. Un rato después apareció un helicóptero Bell UH-1(Capaz que era el famoso Halcón) y disparó sus rockets, un segundo helicóptero hizo lo propio, también, al fondo de la cañada. Un tercer helicóptero, en maniobra de observación, se hundió en la quebrada… Desde el fondo del barranco se escuchón un ta-ta-ta-ta. El seco tableteo de un arma automática hizo que la nave cobrara altura de inmediato. ¡Puta, me dije, no les hicieron nada a los guerrilleros! Capaz que Marcos tenía razón cuando afirmaba el Ejercito Mexicano era un mito. También creo que 18 años después, ese ejército ha perfeccionado su capacidad y equipo de combate. Por su parte, Salinas, el jefe supremo de las fuerzas armadas no atinaba en sus discursos. Condenaba y daba perdón a los guerrilleros.
4.- Las iglesias
¡Providencial! Se terminó el espacio…

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