sábado, noviembre 24, 2007

Damnificados de Francisco León, Chiapas no han recibido ayuda

Abenamar Sánchez.

Azapac Amatal, Chiapas.- Aquí no hay albergue para los damnificados. Una parte de éstos sobrevive, esperando ayuda, apretujada en la casa de algún vecino o familia y la otra continúa -encomendada a Dios- en su vivienda maltrecha o en riesgo.
Dice don Quirino Gómez que las autoridades han de pensar que el pueblo de Azapac Amatal está acostumbrado a las desgracias, y por eso no se asoman por aquí.Sí han venido dos o tres periodistas, desde que se hundió la tierra y acabó con varias casas en la parte baja, ya en la orilla, este pueblito -municipio de "Francisco León", región Centro-Norte de Chiapas- no ha recibido más solidaridad que de las personas o familias, principalmente de la etnia zoque, con las que compartió la desgracia del volcán Chichonal en 1982.
De ahí, se las está arreglando como puede.Si hubo un asomo de ayuda, ésta no representó más de dos bolsitas de despensa y la petición y la promesa de que sean pacientes y esperen más apoyo. Llevan tres semanas esperando, y ya se les ve desesperados y tristes.
Pues cómo te sentirías si de repente una desgracia te quita todo lo que te llevó tantos años construir, me inquiere José y no sé qué responderle.
Su casa está casi al filo del barranco. Allí es donde llega el corte de la tierra. Una parte del cimiento de la pequeña construcción está no sólo al descubierto sino como a un metro del piso o del suelo. Costó, hace años, cerca de 50 mil pesos.
Ahora es un simple cajón, sin techo ni puertas ni ventanas. Es una casa en ruinas.Pero abajo, ya sobre la extensión de unas veinte hectáreas que se hundió, está una casa sumida en agua y otra que da la impresión de que sufrió un intento de demolición.
El piso tiene trazas de que algo se movió con violencia debajo. Más allá, barranco adentro, está otra casa con varios compartimentos. Apenas tres meses estuvo habitada.
Ahora es una casa abandonada.Pero dicen, cuenta don José Gómez, que los dueños de unas casas recién construidas hasta se soltaron en llantos allá en Estados Unidos. Juan y Vicente, hombres jóvenes, se fueron de ilegales a ese país norteamericano porque querían construir un patrimonio. Invirtieron todos sus ahorros. Todo terminó en nada.
Si querían volver pronto con su familia, conjetura don José, ya no lo van a hacer. Tendrán que empezar de nuevo, como tendrán que empezar los otros damnificados o como empezaron sus abuelos que unos kilómetros abajo abandonaron la comunidad Azapac -vestido de hueso, su significado en zoque- hace más de treinta años, cuando también un derrumbe de cerro acabó con las viviendas, y emigraron cerro arriba para fundar Azapac Amatal, el pueblito de 800 habitantes ó 157 familias.
Llegaron aquí, un lugar que con el paso del tiempo trocó de montaña poblada de amates a potreros y cerros deforestados y erosionados, pero la desgracia no los deja en paz.
Sólo Dios sabe el por qué, comenta resignado don José Gómez. De hecho, para que ellos ganaran las tierras hace cuarenta años un ingeniero de Copainalá, de nombre Harvey, pagó con su vida: lo asesinaron unos hombres que no querían que los indígenas zoques se quedaran con las tierras.
Se podrán sobrevivir a varias desgracias, pero uno nunca se acostumbra.
Eso dice entre llantos una mujer, mientras otra que ha venido de un pueblito del municipio de Tecpatán la anima a tomar sus cosas y se vaya de aquí.
Poco después don Jesús García responderá un poco pesimista a ese exhorto. Dirá "a dónde nos vamos, si se habla de desgracia por aquí y desgracia por allá", y luego bajará la vista con aire dolido. Callará.Azapac Amatal, con 910 hectáreas de tierras ejidales para el trabajo, está a más de cien kilómetros de la capital de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez.
Se llega por la carretera que comunica el corredor Mezcalapa. Está a treinta kilómetros del pueblo de Tecpatán y casi a misma distancia del volcán Chichonal. Si a los damnificados o afectados, 28 familias, se les reubica en las tierras de Tecpatán, quedarían cerca del volcán conocido como Cerro Santo.
-¿Y si se les busca tierras en el mismo "Francisco León"?
-Se les estaría acercando al volcán Chichonal.
Esa es la respuesta de Jesús García.
Y otras personas recuerdan con temor una ligera mención que se habría hecho ya, en la cabecera municipal, a unos diez kilómetros de aquí, de que la reubicación de los afectados podría ser un poco más cerca del volcán.
Y nada más escuchar la palabra volcán, una mujer se pone a llorar.
Dice que prefiere ir a morir en otro lugar, pero menos cerca del volcán que destruyó a gran parte del municipio a finales de marzo y a principios de abril de 1982. Luego cuenta que aquí de repente tiembla la tierra ya sea de día o de noche.
Pero mientras platica y lloriquea, se escucha el sonido de un cable de alta tensión. Saltan chispas desde un transformador en lo alto de un poste.
Los cables, desde un poste que queda en la parte asentada a otro en tierra firme, están tensos. Eso es muestra, comenta Orbelín Cruz, de que la tierra sigue bajando. Y otra persona se pregunta qué pasaría si llueve en los próximos días.
Su preocupación, advierte, es que los cortes de tierras casi circundan el pueblito. Primero se pensaba que el asentamiento sólo tocaba la parte baja, o las casas que quedan allí, pero ahora el temor es mayor.
Es que Azapac Amatal está entre derrumbes.

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